martes, 15 de mayo de 2012

    La mejor prueba de que la poesía está viva es que los editores siguen editando. La red facilita a través de miles de blog la posibilidad de que leamos a otros tantos poetas, tal vez se ha perdido la cuenta, tan numerosos son.
    No. No es cierto que los libros de versos no se lean; lo que ocurre es que entre la selva formada por quienes hacen versos es raro encontrar a un autentico poeta. Está bien ese entusiasmo por la poesía; pero sería pueril creer que, por bien que estén los versos de todos ellos, son todos poetas.
    El poeta es una flor rara. Ser poeta no consiste en tener más o menos talento; se puede ser tan poeta, que ni siquiera se necesite escribir versos para serlo; en cambio, por buenos versos que haga quien no sea poeta (que es cosa de ser y no de saber) nunca se le podrá considerar dentro de la cofradía en la que se entra porque si, por derecho de indudable autenticidad.
    Y, cosa curiosa, es la gente, es el público, es el lector desconocido el que, al cabo, canoniza al poeta, el que lo lee en vida y el que lo consagra muerto, por muy exquisito o muy de minorías que haya podido parecer en algún momento.  Es lástima que los simuladores, los eternos amateurs del verso hayan acabado con su obra publicada en revistas, blog o libros por todo el mundo; porque con ser útiles y necesarios, es indudable que no hay poeta consagrado si no es conocido incluso por quienes no han leído sus versos.  “Tomad y leer esta es mi sangre
    La grandeza de un poeta, de un visionario o profeta, reside más claramente en sus grandes intentos que en sus pequeños logros. Lo que importa de quien camina hacia el sol no es el hecho de cómo lo hace, si con la pierna izquierda o con la derecha, con muletas o sin ellas, sino hacia dónde va… La pureza de un poeta reside en lo que rechaza, antes que en lo que acepta. Toda su obra su todo orgánico, sus fallos en el manejo del idioma, transcurre desde el alba hasta el crepúsculo y viceversa. Al ritmo entero del universo. Su frescura reside en que ha sabido morir para renacer.
    Expresar un sentimiento intenso o profunda reflexión, como manifestaciones del yo define a la Poesía Lirica. Estado de ánimo, introspección y expresión de emociones, imagines y elementos de valor simbólico, brevedad, concentración y densidad, subjetividad expresada en primera persona y métrica. Y una consigna Moral y Belleza por bandera.


Dedicado al Poeta de Chamberí
http://elpoetadechamberi.blogspot.com.es/